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Nov - Dic 2022  

Número 182

 

Msc. en Negocios Agroalimentarios Ing. Agr. Mayco Mansilla
CEO de Innventure y Docente  en la Universidad Nacional del Litoral.
 

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Todos los caminos conducen a las AgriFoodTech

La revolución AgriFoodTech está a la vuelta de la esquina y nuestro país tiene todo para liderarla. ¿Cómo nos preparamos los profesionales del agro? ¿Somos conscientes de las oportunidades y amenazas? Esta nota expone los desafíos que el sector agroalimentario tiene por delante para poder jugar un rol activo en esta revolución digital.

Tanto la pandemia como la guerra ruso-ucraniana resultaron factores catalizadores para que el mundo tome dimensión de la importancia que tienen la seguridad alimentaria, el cuidado del ambiente y la transición energética. Son los tres grandes desafíos globales, donde la bioeconomía, con epicentro en la agricultura, juega un rol protagónico. Esto es así porque transformando la agricultura, no sólo podemos producir más alimentos con menos recursos, sino que podemos generar servicios ecosistémicos y reemplazar los derivados del petróleo por derivados de la biomasa.

Semejantes desafíos no se podrán alcanzar ni sin tecnologías ni sin profesionales que se involucren con las mismas. 
Como ingeniero agrónomo, soy consciente que aún hay mucho escepticismo al respecto, pero a continuación intentaré respaldar con datos estas afirmaciones.

>    Las tecnologías 4.0 como la inteligencia artificial, la robótica, internet de las cosas, el blockchain y el procesamiento de enormes volúmenes de datos en tiempo real (big data), entre otras, han revolucionado todos los sectores de la economía. La comunicación, el marketing, las finanzas, la enseñanza, los servicios profesionales, el turismo, los diferentes tipos de industrias y el mismo trabajo en sí. Pero las tecnologías también avanzaron considerablemente en el ámbito de la biología, con nuevos desarrollos biotecnológicos de la mano de la edición génica y la biología sintética.

>    El sector agropecuario es el menos digitalizado de la economía en todo el mundo. Es imposible pensar que todos estos desarrollos no llegarán a la agricultura y a las redes agroindustriales, que constituye un sector imprescindible para garantizar la seguridad alimentaria global.

>    En Argentina, Latinoamérica y el mundo, las compañías más valiosas son de base tecnológica. En el siglo XXI las tecnologías representan el mayor valor agregado en las empresas. John Deere, la única empresa del agro que está entre las 100 más valiosas del mundo, logró esa posición cuando dejó de ser una metalmecánica para pasar a ser una empresa de datos y tecnologías.

>    Las principales empresas del agro, tanto nacionales como internacionales, están apostando fuertemente a la tecnología. ¿Cómo? Desarrollando y comprando plataformas, asociándose a centros de I+D, invirtiendo y/o adquiriendo startups. 

>    Las principales organizaciones del agro ya están desarrollando acciones para promover la incorporación de tecnologías. Incluso el INTA, las universidades y el Conicet están direccionando esfuerzos para el desarrollo de startups y spin-off. Hasta se crearon las primeras ofertas de posgrado en AgriFoodTech.

>    Los fondos de inversión de la región apuestan fuertemente a la vertical AgriFoodTech. Incluso han proliferado diversos fondos específicos de la vertical como Glocal, The Yield Labs, Pampa Start e Innventure, entre otros.

>    Sólo en el país se triplicó en los últimos tres años la creación de empresas que ofrecen soluciones tecnológicas en el agro. Un contraste total con lo que fue la economía durante ese lapso del tiempo.
Este último dato quizás sea el más sorprendente y el menos conocido, ya que no tuvo la prensa que debería haber tenido. Pero lo llamativo es que solo el 20% de estas nuevas empresas tienen profesionales del agro en sus equipos, cuando son los primeros perfiles que necesitan cuando empiezan a crecer. 




Esta situación representa sin dudas una enorme oportunidad no solo para los profesionales sino para todo el agro argentino, ya que los mejores talentos -investigadores, profesionales de la biotecnología, de la química, de las diferentes ingenierías y de las ciencias económicas, entre otras- están pensando y desarrollando soluciones para el sector. Oportunidad para el que las adopte, amenaza para quienes las ignoren. Hay miles de ejemplos de empresas que perdieron terreno o desaparecieron por ignorar la tecnología.
 
Ahora bien, ¿somos realmente conscientes de la cantidad de soluciones que existen y los beneficios que éstas representan? Veamos algunos ejemplos.
Podemos disminuir hasta un 80% la cantidad de fitosanitarios con aplicaciones selectivas que detectan y aplican solo donde está la maleza o plaga pero, además, están surgiendo por un lado productos biológicos que reemplazan a los químicos: bioherbicidas, bioinsecticidas, biofungicidas, biosolventes. Por otro lado, robots, drones e implementos livianos que pueden hacer control con láser o mecánico.

La agricultura de precisión sigue avanzando y ya las maquinarias deciden de forma automática cuántos insumos usar por cada cm2, en tiempo real y según las condiciones ambientales.
Las producciones sostenibles pueden acceder a certificaciones, trazarse e incluso acceder a mercados diferenciados con beneficios económicos y descomoditizando los granos. Esto abre las puertas a los pagos por calidad de los granos. Incluso con inteligencia artificial ya se puede distinguir la calidad de semillas y variedades.
Respecto a los marketplace, hoy permiten ahorrar costos de insumos tanto a las empresas que venden como a los productores, por ahorro de logística e intermediarios. Pero también permiten vincularse directa e indirectamente con los consumidores y/o clientes. Muchos productos de nicho lograron contratos con clientes de diferentes partes del mundo mediante esta vía.

Los sensores también evolucionaron, permitiendo monitorear en tiempo real las condiciones de cultivo, de suelo, el nivel de bienestar de un animal, su peso e identificación, el estado de una maquinaria, el nivel de un bebedero o controlar la calidad de un silo, brindando además la posibilidad de activar a otros sensores de dispositivos que solucionan/corrigen el problema de forma automatizada, sin intervención humana (internet de las cosas). 

Otras plataformas procesan enormes volúmenes de datos para hacer diagnósticos muy precisos, interpretan los resultados y brindan recomendaciones, por lo que constituyen herramientas muy importantes y contribuyen en la toma de decisiones.

Los avances en la parte satelital no solo permiten geolocalizar y obtener información de diferentes capas, sino que aumentan la conectividad local mientras que la red Lora la amplifica dentro de los lotes.

La tecnología de blockchain por su parte, ofrece un amplio abanico de posibilidades, que a través de un token abre las puertas a innumerables formas de acceder a financiamiento, a digitalizar activos como los granos o los alimentos, y que a su vez habilitan beneficios a los productores para bajar el costo de seguros, logísticas y acceso a mercados futuros, entre otros.



En la producción animal se pueden hacer franjas de pastoreos virtuales, identificación y pesaje por scanner, aplicación de vacunas con jeringas y caravanas inteligentes con nanopartículas, detección de celos en tiempo real, ordeños robotizados, ¡y hasta mejorar la eficiencia de conversión con probióticos ruminales o incluso con luz!
Más disruptivo aún es saber que científicos argentinos lograron transformar plantas anuales en perennes o, con edición génica, hacer cultivos resistentes a herbicidas de banda verde. Incluso hay avances en incorporar moléculas alelopáticas a los cultivos.
Si avanzamos en la cadena alimentaria, encontramos bioplásticos que triplican la postcosecha de las frutas, la posibilidad de obtener análogos cárnicos y lácteos a partir de plantas, incluso moléculas que brindan beneficios a la salud. 

Los biomateriales tienen un gran capítulo aparte, en especial por incidencia de la nanotecnología, donde ya se pueden construir edificios enteros con fibras vegetales o prótesis y autopartes, entre otros. Parece ciencia ficción o de un futuro lejano, pero todo esto ya está entre nosotros y podrán ver varios ejemplos en las notas de esta edición del CPIA de las casi 300 Agtech que existen sólo en Argentina. Es solo cuestión de tiempo para que se masifique y que a la vez resulte más accesible. 

Podemos contribuir a los tres grandes desafíos mencionados al principio de la nota o seguir haciendo más de lo mismo. Las oportunidades son infinitas, los mercados lo demandan y la sociedad lo exige. Podemos negarnos a adaptarnos a los nuevos paradigmas o podemos prepararnos y abrazar los cambios venideros. Después de todo, ¿quién no conoció a alguien que dijo que jamás usaría un teléfono inteligente? No es cuestión de gustos o de edades, hasta nuestros abuelos los usan porque les encontraron los beneficios.

El 77% de los productores argentinos es sub-55 años, el 65% es profesional y la mitad usa plataformas tecnológicas. Sumado a la capacidad de resiliencia de las empresas y a los emprendedores de primer nivel, la Argentina tiene todo para liderar la revolución digital del agro. 
Todos los caminos conducen a ésto. De nosotros depende.