ACTUALIZACIÓN SANITARIA DE TRIGO EN ARGENTINA Y MANEJO DE ENFERMEDADES
La producción de trigo pan en Argentina es la tercera en importancia luego de la soja y el maíz y, en 2021/2022, se registró la mayor de los últimos 20 años. Esta nota desarrolla el manejo sanitario del cultivo de trigo en el país: qué enfermedades pueden generar impacto en su producción y como controlarlas.
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La producción de trigo pan (Triticulm aestivum L.) en Argentina es la tercera en importancia después de la soja y maíz (fuente BCR). El área de producción en 2021-22 fue de 6,9 millones de hectáreas, la mayor en los últimos 20 años. La producción total fue de 20,4 millones de toneladas con un rendimiento promedio nacional de 3,1 toneladas por hectárea (fuente GEA-BCR). Este logro en producción se debió a las buenas condiciones climáticas para el crecimiento de los cultivos, manejo óptimo de fertilización y, también, a la baja presión de enfermedades; algo inusual ya que en la mayoría de los años las enfermedades causaron daños importantes a la producción (fuente INASE, BCR).
Las enfermedades del trigo en el mundo son responsables de un 15 a 20% de pérdidas de rendimiento por año. En Argentina las enfermedades más importantes son aquellas que causan daños a los tejidos foliares y espigas, siendo las enfermedades fúngicas las de mayor impacto comparadas a aquellas causadas por bacterias y virus.
Las royas: roya de la hoja o anaranjada (Puccinia triticina Erikss), roya del tallo o negra (Puccinia graminis f sp. tritici) y roya de la gluma, estriada o amarilla (Puccinia striiformis f. sp. tritici. Westend) son las enfermedades más importantes en el cultivo, causadas por hongos patógenos biotrofos (basidiomicetes), debido a la ocurrencia, distribución y dispersión e importancia económica.
El oídio (anomorfo Blumeria graminis f. sp tritici. Speer) es también una enfermedad causada por un hongo patógeno biótrofo, pero comúnmente no representa una amenaza a la producción de trigo en Argentina porque su presencia todos los años es muy baja, afectando a pocas variedades durante los primeros estados de crecimiento del cultivo. Su desarrollo epidémico se ve limitado por mayores temperaturas, no llegando a avanzar hacia las hojas superiores.
Otras enfermedades con menor impacto sobre la producción, dependiendo del manejo agronómico (rotación de cultivo y nutrición) y condiciones para su ocurrencia según zonas de producción, son aquellas que forman parte del complejo de manchas foliares causadas por hongos patógenos necrótrofos (ascomicetes): mancha amarilla (anomorfo Drechslera tritici repentis Drechsler), Mancha marrón (anomorfo Bipolaris sorokiniana. Shoemaker), Mancha por alternaria (Alternaria spp.) y Septoria (hongos productores de picnidios) – Mancha foliar o septoriosis (anomorfo Zymoseptoria tritici (Desm.) Quaedvlieg & Crous) y Septoria del nudo y de la gluma (anomorfo Parastagonospora nodorum. (Berk.) Quaedvlieg, Verkley & Crous).
Las enfermedades bacterianas más comunes en trigo son Tizón foliar (Pseudomonas syringae pv. syringae), podredumbre basal de la gluma (Pseudomonas syringae pv. atrofasciens) y estriado bacteriano de la hoja y paja negra (Xanthomonas translucens pv. undulosa). Dentro de las víricas las más importantes son el virus del enanismo amarillo de la cebada (BYDV), virus del mosaico estriado del trigo (WSMV), virus de las planicies altas (HPV) y virus del mosaico estriado amarillo de la cebada) (BYSMV).
La roya de la hoja fue la enfermedad más extendida y frecuente en el cultivo de trigo en Argentina hasta el año 2016; momentos en que comenzó aparecer roya amarilla en lotes de producción. Los efectos de roya de la hoja sobre el rendimiento suelen ser moderados o severos, pudiendo ocasionar pérdidas cercanas al 50%, con pérdidas anuales en promedio de 5 a 10%. Como en otras partes del mundo, la resistencia genética es la herramienta más efectiva para su manejo.
La base de resistencia actual de los cultivares de trigo en Argentina, está dada por genes mayores, efectivos a raza específica de plántula, pero vulnerables a la emergencia de nuevas razas virulentas del patógeno. Algunos de los genes de resistencia identificados en el germoplasma local son: Lr26, Lr17, Lr16, Lr21, Lr25, Lr29, Lr36, Lr 44 y Lr47 [8] y Lr19 y Lr34 [21].
Esta situación se ha modificado con motivo de la presencia de nuevas razas fisiológicas en el patógeno o por un aumento en la frecuencia de algunas de ellas, derivado de la siembra de variedades susceptibles en una vasta área con una combinación específica de genes de resistencia [fuente: IICA PROCISUR). La roya del tallo resurgió en 2014 y 2015 con ataques severos, después de años en los que la enfermedad solo se había observado esporádicamente. En ensayos de variedades (algunos de ellos ampliamente difundidos) el 50% fueron susceptibles con una reducción del rendimiento promedio de 13 a 21%. Se detectaron genes de resistencia (Sr31, Sr24, Sr25, Sr8a, Sr11, Sr9b y Sr38) en esas variedades, confirmados nuevamente en 2019.
Recientemente (2021 y 2022) se ha registrado la enfermedad en mayor número de variedades, incluidas nuevas, atribuyéndose esto a la aparición de nueva raza sin control por parte del gen Sr38 (comunicación personal Campos, 2023).
El estatus sanitario del cultivo de trigo en Argentina sufrió un cambio importante, debido a la aparición de roya amarilla en regiones donde no era común observarla. Hasta 2016 sólo se encontraba en baja incidencia en la región sureste de Buenos Aires y, ocasionalmente, en Entre Ríos (año 2010).
En 2017 tuvo lugar la mayor epifítia de esta enfermedad después de 70 años, afectando a más de 3 millones de hectáreas de trigo.
Ante la falta de resistencia genética efectiva fue necesario manejar la enfermedad a través de control químico.
A partir de allí, los programas de mejoramiento y criaderos trabajaron arduamente en el logro de variedades con distintos niveles de resistencia a la enfermedad.
La combinación de 4 a 5 genes con efecto aditivo o raza inespecífica es eficaz para reducir el progreso de la enfermedad a niveles bajos (5 al 10% de severidad en hoja bandera). Además, fueron identificados genes efectivos para todas las razas identificadas (Yr5a, Yr10, Yr15 y Yr24/26).
En manchas foliares, la mancha amarilla es la enfermedad más extendida en la actualidad. Las pérdidas de rendimiento en Argentina, medidas en ensayos de control químico, oscilaron entre 20 y 50%. Al no existir variedades con resistencia genética y la alta variabilidad del patógeno, su manejo se orienta hacia el tratamiento eficiente de semillas (transmisión), la rotación de cultivos y la elección de los genotipos con mejor comportamiento. ]
En cuanto a su control químico, un trabajo reciente indicó pérdidas de eficacia en algunos principios activos pertenecientes al grupo químico de las estrobilurinas (IQe, inhibidores externos de quinonas) como consecuencia de una mutación (G143A) detectada en el gen del citocromo b mitocondrial (cytb) en aislados del hongo.
La mancha foliar por Septoria (Zymoseptoria tritici) ha sido relevante en trigo con pérdidas de rendimiento en Argentina de hasta un 50%, aunque actualmente su área de propagación y ocurrencia se limita al S-SW de la provincia de Buenos Aires.
La mancha por Septoria nodorum (Parastagonospora nodorum) resurgió en temporadas recientes, en áreas poco comunes de Argentina (provincia de Buenos Aires) luego de 80 años, debido a la susceptibilidad de los cultivares, falta de rotaciones de cultivos en siembra directa y uso de fungicidas inadecuados, asociado a años húmedos. El manejo de ambas enfermedades es difícil por la falta de resistencia genética y el control químico poco efectivo; evidencia comprobada en Europa de pérdida de sensibilidad a triazoles, estrobilurinas y también carboxamidas).
Otra de las enfermedades foliares con importancia no sólo sobre el cultivo de trigo sino también en cebada, es la mancha marrón o mancha borrosa (Bipolaris sorokiniana). Se presenta en ambientes templado-cálidos y húmedos, pero ha logrado extenderse hacia zonas templadas presentándose en el cultivo de cebada. El tizón de la hoja por Alternaria comprende varias especies saprófitas y patógenas, ampliamente distribuidas en varios cultivos de importancia agronómica. A.alternata, A.tenuissima, A.infectoria y A.arborescens se asociaron con patologías del trigo en Argentina donde también se considera una enfermedad emergente con riesgo potencial de volverse importante.
Fusariosis de la espiga o golpe blanco, causada principalmente por Fusarium graminearum, es una enfermedad caracterizada por ataques esporádicos en Argentina, siendo el cuadrante noreste de la región pampeana el que puede verse más afectado, debido a la mayor potencialidad climática para la enfermedad. Las últimas grandes epidemias fueron en 2001-2002 y 2012. En ataques severos, se produjeron pérdidas de rendimiento de hasta el 60%.
En condiciones experimentales, anualmente se caracteriza el comportamiento genético de variedades y nuevo germoplasma. En 2020, el 36% de las variedades locales evaluadas presentaron resistencia moderada (severidad <25%) a la enfermedad. Un logro del programa de mejoramiento del INTA fue la creación de la variedad MS INTA 416 liberada en 2016, la cual es portadora de los genes introgresados Fhb1 (resistencia a FHB) y Lr47 (resistencia a la roya).
En las condiciones de producción de Argentina, el cultivo de trigo suele verse afectado todos los años por Tizón bacteriano (Pseudomonas syringae), favorecido por las bajas temperaturas y la humedad relativa alta y algunos años y en casos específicos por el Estriado bacteriano (Xanthomonas translucens) que depende de temperatura y humedad más alta. El impacto que ambas enfermedades tienen sobre la producción aún se desconoce en Argentina, pero esto puede ser más importante en los sistemas de producción de riego (fuente: SINAVIMO).
Finalmente, el cultivo de trigo en Argentina puede verse afectado por enfermedades causadas por virus. Durante 2021 se confirmó, en la mayor parte del área triguera, la presencia del virus del mosaico estriado del trigo mediante la técnica serológica DAS-ELISA, a partir de muestras enviadas desde campos experimentales y de producción. La mayoría de las variedades se vieron afectadas por esta enfermedad en diferentes grados, con predominio de síntomas leves a moderados.
El manejo sanitario del trigo en Argentina se basa en todas las posibilidades disponibles para minimizar el problema de la enfermedad. La resistencia genética es una prioridad en el manejo de las royas, complementada con el control químico.
En ausencia de resistencia genética efectiva, el manejo de hongos necrotróficos, agentes bacterianos y virales, se orienta hacia un manejo integral con rotación de cultivos, óptima nutrición del cultivo y elección de variedades con mejor comportamiento.
La información sobre comportamiento sanitario de variedades de trigo pan está disponible todos los años en distintos sitios de consulta (www.argentina.gob.ar/inase,inta.gob.ar/documentos/indice-de-informes-jornada-de-actualizacion-en-trigo-2022-inta-marcos-juarez).
El siguiente cuadro presenta información actualizada del comportamiento sanitario de variedades de trigo pan.
Para el control químico de enfermedades en trigo se cuenta con productos fungicidas comerciales mezcla de distintos principios activos, pertenecientes principalmente a los grupos químicos triazoles (inhibidores de la membrana celular), estrobilurinas y carboxamidas (acción a nivel de mitocondria), aunque también existen productos formulados a base de derivados de benceno (clorotalonil), imidazol (procloraz) y ditiocarabamato (mancozeb) con acción multisitio.